Alejandro Massia // Es una firme defensora de la Revolución Cubana y lo hace con valentía, sin complejos y con mucha pasión. Andaluza, periodista y documentalista para más señas, Ana Hurtado se ha convertido a sus 36 años en toda una referente de la solidaridad con Cuba. Recientemente estuvo en Sevilla, antes de emprender viaje a la mayor de las Antillas, donde le esperan nuevos retos políticos y proyectos profesionales que afrontar. Una oportunidad que no quisimos dejar pasar en la SCCA José Martí para entrevistarla e intentar conocerla mejor.
Ana, ¿podrías contarnos de dónde te viene el interés por Cuba y por todo lo que rodea a la isla: su pueblo, su sistema político, cultura, historia…?
Bueno, pues estando precisamente aquí en Sevilla, en la Universidad, ví un discurso de Fidel Castro en la ONU y, aunque yo ya sabía quien era él, en ese instante me quedé paralizada. No sé si es que me tocó escucharlo en aquel momento de mi vida, no sé si fue algo incluso místico, pero el caso es que, aunque suene un poco mágico, algo cambió dentro de mí a partir de ese día. Recuerdo que, tras ese discurso, me puse a buscar en youtube música cubana, empezando por las canciones de Carlos Puebla, y ése podríamos decir que fue mi primer acercamiento a Cuba.
También por aquellos tiempos unos compañeros de la facultad hicieron un viaje a Sierra Maestra y al volver me trajeron algunos regalos, entre ellos la matrícula típica de la isla, un detalle que también me marcó de alguna manera.
Ya terminada la Universidad, me marcho a Barcelona, donde me alejo del periodismo y me centro más en cuestiones de marketing y comunicación. Pero poco antes de cumplir los 30 años decido que quiero hacer algo profesionalmente relacionado con mi ideología. Y ahí fue que Fidel de repente volvió de nuevo a mi mente y, sin pensármelo, en 2016 me propongo realizar un documental sobre Cuba.
¿Cuándo vas por primera vez a la isla?
En marzo de 2017. El año anterior me lo pasé cursando un máster en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, a la que ingresé con el fin de reciclarme en el periodismo antes de ponerme manos a la obra con mi documental, que se llama Herencia.
¿Y qué fue lo que más te impactó de esa primera visita a la isla?, ¿Cuba era cómo te la imaginabas inicialmente?
Yo la verdad es que iba un poco nerviosa porque, aunque era consciente de la manipulación mediática que siempre se cierne sobre Cuba, lo cierto es que Fidel acababa de morir y que por aquel entonces había mucha gente opinando y diciendo que aquello iba a cambiar a raíz de su desaparición física. Por eso quise ir lo antes posible. Así que en cuanto pude me pedí vacaciones en el trabajo y tiré para allá. Una vez allí lo que me encontré era más o menos lo que me esperaba desde un punto de vista meramente físico o arquitectónico. Me refiero a esa imagen de Cuba con sus carencias, que dicho sea de paso son las que puede tener cualquier barrio de la periferia de cualquier ciudad española, con la diferencia de que allí nadie se va a dormir sin cenar y en nuestro país sí.
Pero más allá de eso, en ese primer viaje lo que sentí fue una conexión muy fuerte con el pueblo cubano. Ten en cuenta que yo venía de pasar unos años en Madrid y Barcelona, donde se vive con mucho estrés y las relaciones personales son más frías y distantes. Y de pronto me choco con una realidad donde prima el humanismo, donde el ser humano es lo que realmente importa. Eso fue lo que más valoré en esa primera visita: la cercanía de los cubanos, la pasión con la que hacen las cosas… y quizá lo que más me sorprendió fue ver que en Cuba hay más gente revolucionaria de la que esperaba encontrarme. Comprobé de primera mano cómo vive allí la gente y que la cubana es una sociedad digna, que va hacia adelante pese a los impedimentos que le ponen desde fuera.
¿Cómo le explicarías en poca palabras a alguien de aquí que no está informado sobre la realidad de Cuba, o que tiene de la isla la visión sesgada que habitualmente difunden nuestros medios de comunicación, por qué, desde tu punto de vista, es necesario apoyar a Cuba y su Revolución?
La verdad es que aquí en España la gente está muy engañada con Cuba porque los medios de comunicación mienten mucho al respecto. Más que nada porque son empresas con dueños a los que no les conviene que la gente conozca y sepa de otras realidades posibles. No podemos olvidar que Cuba tiene un sistema político diferente al capitalismo, que se llama socialismo, y a nosotros aquí nos han hecho ver siempre que el socialismo es malo y es sinónimo de pobreza. Pero, muy al contrario, el socialismo es progreso porque pone al ser humano en el centro de todo, aportándole al pueblo educación y salud gratis, colocando a la ciencia por delante, etcétera.
Para entender lo que pasa en Cuba hoy hay que remontarse al menos a 1959, cuando triunfa la Revolución de los rebeldes encabezados por Fidel, liberando al país de la brutal dictadura de Fulgencio Batista; y hay que conocer también lo que ha supuesto el bloqueo de EEUU desde hace más de 60 años. Un bloqueo que no deja respirar al pueblo cubano y que no es sólo económico, comercial o financiero, sino que es también informativo o cultural. Todo ello con el objetivo de aislar al máximo a la isla.
Pero aún así, Cuba cada día tiene más amigos repartidos por todo el mundo, al tiempo que amplía sus relaciones con otros países. Y la única garantía de que siga siendo libre y mantenga su soberanía es el socialismo. De lo contrario, estoy convencida de que la isla acabaría como cualquier otro país donde han intervenido los EEUU. Ahí están los ejemplos de Puerto Rico, Haití, Perú o Colombia durante tantos años, por hablar sólo de algunos. Sin socialismo, Cuba volvería a ser un lugar donde se dispararía la desigualdad, donde entrarían las drogas, la prostitución, la
violencia… Y eso los cubanos lo saben. Si en Cuba la población no apoyase la Revolución, ya se habría caído hace tiempo.
Por eso, yo animaría a la gente a no dejarse engatusar por cantos de sirenas y a ir a Cuba sin prejuicios. Animaría a ver más allá de si una pared está rasgada o una acera levantada, que eso lo hay aquí también. A Cuba hay que mirarla con el corazón porque Cuba ha ayudado a muchos pueblos del mundo; porque, como decía Nelson Mandela, “mientras otros mandaban bombas por ahí, Fidel enviaba médicos”.
Ana, estamos haciendo esta entrevista en la plaza de Cuba (Sevilla), junto a un busto de José Martí. ¿Qué significa para tí esta figura que tanta relevancia histórica y política ha tenido y tiene para los cubanos?
José Martí fue, entre otras muchas cosas, el precursor de la independencia cubana y también el padre del periodismo cubano. Él vino muy joven a España, donde estuvo preso por sus ideas, y viajó por Costa Rica, República Dominicana, Estados Unidos… Podríamos decir que Martí se movió y se dejó la vida para que Cuba fuese libre. De hecho, murió en el campo de batalla luchando por esta causa.
En este sentido, yo destacaría de Martí la vigencia que tienen muchos de sus escritos en la actualidad, aún siendo del siglo XIX, y, sobre todo, el modo en que su persona pasa a cobrar una vital importancia a partir de Fidel. Porque, a pesar de que ahora mucha gente odiadora y contrarrevolucionaria quiere apropiarse del apóstol y de su significado, lo cierto es que lo que Martí prometió, Fidel lo cumplió. Y con esto me estoy refiriendo a la Cuba socialista con la que Martí soñó. Si a día de hoy Martí es mundialmente reconocido y respetado es, en gran medida gracias a Fidel, que le dio su lugar en la Historia. Por eso, en mi opinión, estamos hablando de dos figuras únicas e indisociables.
Muchos te conocimos a raíz de las denuncias públicas que allá por el año 2021 realizabas sobre el acoso que el personal diplomático del Consulado de Cuba en Barcelona venía sufriendo por parte de un grupo de personas vinculadas a la extrema derecha de origen cubano. Ahí ya te colocaste en el ojo del huracán y te convertirse en blanco de los ataques más furibundos de la contrarrevolución cubana en España. ¿En qué quedó todo aquello?, ¿sacaste alguna enseñanza?
Pues sí, el Consulado General de Cuba en Barcelona venía siendo atacado por una serie de personas de una forma sistemática, todos los días durante meses. Pero ni la Policía, ni la Generalitat de Catalunya, que era a quien correspondía la responsabilidad, hacían nada por frenar aquello, que jamás se hubiera permitido si se hubiese producido frente a las puertas de otros Consulados como el de EEUU, Marruecos o Israel.
Para mí se trataba de una situación impensable porque, para empezar, se estaban incumpliendo varios acuerdos internacionales como, por ejemplo, el Convenio de Viena, que tiene que garantizar la protección de diplomáticos, ya no solamente física sino también psicológica. Por eso, primero dirigí una carta a la Generalitat, en la que me quejaba como ciudadana española de lo que estaba sucediendo y después, al ver que no había respuesta, me dediqué a denunciar estos hechos públicamente en las redes sociales. A partir de ahí, mucha gente se sumó a esas denuncias y otra mucha empezó también a atacarme, colocándome un poco, como tú dices, en el ojo del huracán.
Tengo entendido que tu posición llegó a despertar incluso algún tipo de recelo o incomprensión dentro de las filas de la solidaridad con Cuba…
Sí, dentro del movimiento de solidaridad con Cuba había quien pensaba que lo mejor era ignorar estos hechos, mientras que otras personas, en cambio, optaron por sumarse a mis denuncias porque, al igual que yo, entendían que la defensa de Cuba también es política y no puede limitarse únicamente a hacer donaciones a la isla.
Quiero recalcar que fuimos muchos, no sólo yo, quienes durante varios meses estuvimos al pie del cañón, visibilizando en las redes y en los medios contrahegemónicos el acoso que venía sufriendo el Consulado y desenmascarando a los delincuentes que lo llevaban a cabo con la complicidad de las autoridades españolas. Y al final, gracias a esa presión mediática y virtual que ejercimos desde diferentes ciudades de España, Cuba y otras partes del mundo, logramos que el grupo se dispersara y que los ataques cesaran.
Lo que no han dejado de sucederse desde entonces han sido los ataques a la persona de Ana Hurtado. Y es que en todo este tiempo has sido víctima de amenazas, acoso virtual y presencial y de hasta agresiones físicas. Pese a ello, lejos de arrugarte, has seguido implicándote en el activismo contra el bloqueo a Cuba y defendiendo su proceso revolucionario a capa y espada. Pareciera que cuanto más te golpean, más firme es tu compromiso con la isla. Pero uno no es de piedra. ¿Alguna vez te has planteado arrojar la toalla?
Es cierto que a mí me atacan desde que empecé a visibilizar mi lucha y mi compromiso político en favor de la Revolución cubana, como también lo es que no soy la única persona a la que le ocurre esto. Supongo que me atacan porque en Cuba he sido bien recibida por su pueblo, porque no les gusta lo que digo y también porque soy mujer; y esto último no lo planteo para victimizarme, ni mucho menos, pero es verdad que sigue habiendo mucho machismo y la contrarrevolución bebe de todos los males.
El acoso virtual es diario, ése no cesa nunca. Pero además he sufrido ya varias agresiones verbales y físicas. Y aunque hay gente que dice por ahí que los revolucionarios hemos de estar preparados para todo, creo que ese tipo de comentarios sólo contribuyen a normalizar algo que nunca debería naturalizarse. Un revolucionario por ser revolucionario no tiene que estar dispuesto a aguantar que le humillen o que le escupan o que le peguen por la calle por ser quien es. Un revolucionario tiene que llevar su dignidad por delante de todo y, ante cualquier ataque, debe defenderse y no callarse.
Dicho esto, a mí los ataques me hacen más fuerte porque me demuestran que nuestro mensaje le duele al enemigo. Su reacción es sólo fruto de la impotencia y de la rabia que les provoca nuestras verdades. Por eso nunca he pensado en arrojar la toalla. Si de algo me arrepiento más bien es de no haber llegado antes a esta lucha. Como dicen en Cuba, la rendición no existe en el diccionario de un revolucionario.
¿Y cómo está viviendo todo esto tu entorno más cercano?, ¿qué te dicen tus familiares y amigos?, ¿te apoyan en lo que haces o, por el contrario, te aconsejan que no te expongas tanto en las redes o que te signifiques menos políticamente?
Es que yo ahora, al tener un vínculo tan fuerte con la isla, he de distinguir entre mis amigos de Cuba y los de España. Los primeros, obviamente, al haber nacido, crecido y vivido dentro de la Revolución cubana, son como yo, o mejor dicho, yo soy como ellos. Sin embargo, aquí en nuestro país es diferente y es verdad que mis seres queridos entienden lo que hago y lo respetan, pero no siempre lo comparten. No te voy a engañar, a mi familia le duele que me ataquen y mis amigos de aquí me recomiendan lo típico… que tenga cuidado y tal. Quizá por esa preocupación o por ese miedo, ellos preferirían que lo que hago no fuera tan público. Pero es que yo vengo del mundo de la comunicación, no soy una médica o una ingeniera que va en una brigada, y a esto es a lo que me dedico. No sé si es que soy una kamikaze pero yo no tengo miedo y voy a seguir haciendo lo que hago. No podría dejar esta lucha porque ya va con mi persona.
Hay artistas en España que por apoyar la Revolución cubana han visto mermadas sus posibilidades de trabajar o han sido vetados directamente, cuando no demonizados en los grandes medios. El ejemplo más paradigmático ha sido el de Willy Toledo durante mucho tiempo. En tu caso, ¿crees que tus posicionamientos políticos han podido cerrarte puertas a nivel profesional también?
Hombre yo creo que sí y que, por ejemplo, grabar cine en España es una opción que para mí no existe más. Ya cuando hice Herencia, llevé el guión a Televisión Española para ver si estaban interesados en comprar los derechos de antena y lo primero que me dijeron, en plan reproche, era que la figura de Fidel “aparecía muy bien vista”. ¡Y eso que era un documental cultural, donde no se habla abiertamente de política! Así que después de eso y de haberme posicionado políticamente como lo he hecho, tengo claro que aquí se me han cerrado las puertas del cine y también las de muchas productoras. Pero no me importa, yo no hago esto para ganar dinero, sino como parte de mi militancia.
Pareciera que en Cuba sí se te abren esas puertas que aquí se te cierran. De hecho, últimamente te hemos visto codearte con figuras muy relevantes dentro del país, como el propio presidente Miguel Díaz Canel, los héroes nacionales Gerardo Hernández y Fernando González, el profesor Carlos Lazo, o el periodista Randy Alonso, entre otras destacadas personalidades. Asimismo, has participado en importantes eventos de comunicación y te han hecho muchas entrevistas en la isla. ¿Cómo se digiere todo eso?, ¿qué han supuesto para tí estas experiencias?
Pues te diría que son experiencias que no esperaba tener y que además se viven con un nivel de intensidad muy fuerte porque los cubanos son muy parecidos a nosotros, los andaluces, en el sentido de que somos bastante pasionales. Para mí todo esto supone un aprendizaje continuo, que trato de incorporar a mi día a día y a mi manera de pensar y de actuar. Cada persona me enseña algo y la verdad es que en Cuba no paro de aprender.
Volviendo a nuestra tierra, ¿cómo ves actualmente al Movimiento Estatal de Solidaridad con Cuba (MESC) y, más concretamente, el trabajo que se viene realizando en el ámbito andaluz?, ¿qué aspectos crees que habría que priorizar para fortalecer la labor solidaria con la isla y llegar a más gente?
Yo del movimiento de solidaridad con Cuba en Andalucía no puedo hablar mucho, ya que mi activismo lo he venido desarrollando principalmente en Barcelona, que es donde resido. Pero en el Encuentro estatal que el año pasado se celebró en Valencia, al que asistí, tuve la oportunidad de coincidir con compañeros y compañeras que venían de aquí y la verdad es que me llevé una impresión muy positiva.
Yo veo que en Andalucía el movimiento de solidaridad con Cuba está formado por personas comprometidas de corazón, a las que les mueve el amor por una isla que conocen muy bien y tienen además muy clara su posición política con respecto a la Revolución. Lo que sí pienso es que quizá deberíamos estar todos más unidos, aunque eso es algo general que necesitamos en toda la izquierda a nivel mundial.
Como nos enseñó Fidel, en la unidad radica el triunfo y yo creo que una clave muy importante es también la de saber darle paso a las nuevas generaciones porque el relevo siempre ha de estar preparado. El camino pasa por ahí, por seguir trabajando con la misma pasión que hasta ahora, como me consta que se hace en Andalucía, y con suficiente flexibilidad en la mente para lograr atraer más personas a la causa.
Ana, tú eres licenciada en Periodismo por la Universidad de Sevilla y cuentas además con estudios de posgrado en periodismo cultural y producción cinematográfica. Sin embargo, que sepamos, nunca has ejercido la profesión de periodista en un medio de comunicación al uso en España. ¿A qué se debe esto?
Sí lo he ejercido, aunque por poco tiempo. Justo al salir de la facultad, hice prácticas en la sección de Andalucía del diario Público. Pero estuve tres meses y no aguanté más. No me gustó formar parte de un periodismo tan manipulado, por decirlo de una forma políticamente correcta. Y eso que Público es un periódico de izquierdas.
Recuerdo que a veces me corregían los textos porque no eran acordes con la linea ideológica del partido que en aquel momento gobernaba en la Junta de Andalucía. Así que cuando me ofrecieron renovar las prácticas dije que no.
De ahí me fui directamente a Barcelona y desde entonces he escrito bastante, pero ya para medios alternativos como Kaosenlared, Rebelión, Tercera Información o Cubainformación. También estoy colaborando mucho últimamente con medios cubanos, como Cubadebate, y con Almayadeen en español.
Pero mi experiencia real en un medio de comunicación fue en Público, aquí en Sevilla, y la verdad es que el periodismo que viví desde dentro de una redacción no era lo que yo esperaba encontrarme después de haber estado estudiando cinco años de carrera.
¿Y crees que el panorama informativo actual ha cambiado desde entonces?
No, yo creo que va a peor. Si en aquella época, en la que no había redes sociales, ya se manipulaban las noticias al antojo de los dueños de los medios y de las élites de poder, ahora la situación se ha agravado con la aparición de nuevas herramientas y avances tecnológicos. Hoy creo que hay aún más sobreinformación y manipulación que antes. No veo posible ejercer un periodismo libre desde medios de comunicación hegemónicos porque al final tienes que responder a los intereses de empresas que sólo buscan hacer dinero y perpetuar una ideología dominante que favorezca al sistema.
Hablemos ahora, si te parece, de tu documental Herencia, donde indagas en las raíces culturales de la isla y muestras la gran influencia que África ha tenido en la cultura y en la sociedad cubana. ¿Qué pretendiste con este trabajo y que te ha aportado a nivel personal y profesional?
Bueno, he de reconocer que en un primer momento en mis planes no estaba realizar un documental sobre la afrodescendencia. Eso surgió ya después, cuando llegué a la isla. Antes de viajar allí lo que yo tenía en mente era hacer algo de denuncia del bloqueo. Pero, por un lado, entendí que esa cuestión ya se venía trabajando desde la solidaridad y desde otros muchos ámbitos; y por otro lado, fue tan fuerte la presencia africana que yo ví en Cuba que me dí cuenta de que necesitaba contarlo.
Y es que a día de hoy mucha gente no tiene ni idea de lo que realmente es el sincretismo cubano, un fenómeno que no está solamente ligado a las personas, sino que se refleja también en muchos aspectos de la vida del cubano, como la cocina, el baile, la música, etcétera. Y ese rico sincretismo ha sobrevivido a lo largo de los años, desde la época de la colonización, cuando los esclavos celebraban sus propios rituales de santería en secreto, hasta nuestros días, convirtiéndose en un claro ejemplo de resistencia creativa. Como se dice allí, «la cultura cubana es un gran ajiaco» que crece y hace que crezca un caldo nuevo dando lugar a una sociedad donde no hay guetos y todo está integrado.
Y todo esto cobra especial sentido en enero de 1959 con el triunfo de una Revolución que, a través de sus políticas sociales y culturales, le ha dado a la población afrodescendiente una dignidad y un espacio que no tienen parangón en ningún otro país de América. Cuba hoy está a la vanguardia en temas de abolición del racismo.
¿Crees que está todavía por hacerse el documental que saque a la luz todo el potencial de los lazos culturales e históricos que unen a Cuba con España o piensas que eso ya está más que contado y hay poco que indagar por ahí?
Yo creo que sí, que hay todavía mucho por hacer en esa dirección. El cubano es un pueblo agradecido y sabe ver que entre España y Cuba hay unos lazos culturales y de sangre muy fuertes y que éstos son indestructibles, le pese a quien le pese. Por eso pienso que sí, que habría que explorar más esos lazos y darlos a conocer.
Pero quiero aprovechar la pregunta para incidir en una cuestión que me parece injusta y es el hecho de que todavía hoy a los españoles nos sigan mirando mal en muchos lugares de Latinoamérica y nos sigan metiendo a todos en el mismo saco por lo sucedido durante la colonización. Porque el Reino de aquella época lo mismo que saqueaba y masacraba en América, también oprimía al pueblo llano de aquí. Y hay que decir que los que somos de clase obrera no nos hemos beneficiado de ninguno de los robos que la Corona española ha llevado a cabo a lo largo de la Historia en tantas partes del mundo.
Insisto en que en Cuba es diferente y que allí sí saben apreciar toda la solidaridad española y los fuertes vínculos que nos unen a ambos pueblos. Pero aún así creo que hay poco narrado y que se podría profundizar y explorar más al respecto; sobre todo, para romper un poco con esa visión injusta que nos sigue tratando de colonizadores. No hay que confundir en los países capitalistas a los gobiernos con los pueblos.
Ya para terminar nos gustaría preguntarte por tus planes de futuro. Hace poco anunciabas en redes sociales que en 2023 ibas volver a hacer cine documental. ¿Podrías avanzarnos algo de tu nuevo proyecto?
Sí. Ahora me vuelvo a la isla y pienso estar, al menos, un año y medio o dos entre Cuba y España porque quiero trabajar en ese nuevo documental que mencionabas. Aún no he decidido sobre qué va a ir, aunque tengo varias ideas en la cabeza. Por un lado, está la posibilidad de hacer algo sobre los llamados «héroes de las batas blancas», que son esas brigadas de médicos cubanos que van a salvar vidas allá donde hay conflictos o desastres naturales. Ése es un tema que me interesa mucho: la labor humanitaria que Cuba como potencia socialista ofrece al mundo sin pedir nada a cambio. Y luego me gustaría también hacer una biografía de algún personaje importante cubano. Hay muchos hombres y mujeres dignos de contar su trayectoria, algunos mayores y otros no tanto. Pero bueno, ya veremos cuando llegue allí con que me sorprende la realidad.
Pues estaremos pendientes, Ana. Te damos las gracias por tu atención y por haber compartido con nosotros este rato tan especial de conversación. Que sigas haciendo lo que haces con la misma valentía y que tengas mucha suerte en el futuro.
Muchas gracias a vosotros. Nos seguiremos viendo siempre aquí en Sevilla, que es vuestra tierra y también la mía.